Cómo el abuso emocional en un matrimonio tiene efectos dañinos sobre la víctima
Cuando una relación marital está marcada por el abuso emocional, los dos miembros de la pareja tienen algo en común: ambos sufren de baja autoestima. Esto hace que les sea imposible escapar al espiral destructivo en el que ha caído su matrimonio. El abusador se mantiene en su posición porque cree que esa es la única manera de conservar una relación que, según cree, le pertenece por derecho, sin importar cómo se haya comportado hasta ese momento en el matrimonio.
La víctima -por lo general, la mujer- no encuentra forma de escapar y queda atrapada en una relación que destruye su vida un poco más con cada comentario agresivo recibido. Esto hace que se sienta responsable por la destrucción de la relación. Por esa razón, suele intentar cambiar su forma de ser para arreglarla. Al final de cuentas, lo que hace nunca es suficiente y todo termina yendo de mal en peor.
No es inusual que las víctimas de violencia emocional presenten una fachada de fortaleza y confianza ante los demás. El objetivo de esto es demostrarle al mundo que su relación marital es normal y sólida. A pesar de esta imagen que proyecta, la víctima sabe muy bien que las cosas están muy mal. Sabe que, a pesar de todos sus esfuerzos, el matrimonio no mejora. En su interior es completamente consciente de que, sin importar cuánto lo intente, nunca podrá detener la lengua afilada de su abusador ni arreglar su relación.
En un nivel que nunca muestra al resto del mundo, la víctima tiene una profunda necesidad de tener una relación marital sana y feliz. Desea con todo su corazón poder satisfacer las necesidades de su pareja y encontrar su fortaleza en la relación. Este sentimiento hace que su pareja pueda controlarla completamente. El rechazo de sí misma debilita su propia identidad y le quita su dignidad. Él nunca reconoce sus esfuerzos para fortalecer la relación. De hecho, destruye todo intento de revitalizar el matrimonio con críticas y comentarios abusivos.
A largo plazo, los abusos emocionales constantes logran darle a su abusador un control absoluto sobre su vida. Una vez que esto sucede, la víctima empieza a verse a sí misma a través de los ojos de su abusador, sin darse cuenta de lo distorsionada que es esta percepción. Como le es imposible reconocer su propio valor y fortaleza, la víctima se llena de sentimientos de culpa e impotencia al no poder satisfacer las demandas de su pareja.
Cuando una mujer se encuentra en una relación emocionalmente abusiva, se llena de emociones dolorosas que a veces resultan difíciles de controlar. Puede elegir entre cargar con estas emociones o despegarse emocionalmente de la realidad de su relación. Al desapegarse, la mujer continúa en el matrimonio pero elige no enfrentar los aspectos emocionales de este. Ya se ha esforzado para que él tenga una mejor percepción de ella. Ha hecho lo mejor que ha podido e incluso un poco más. Sin embargo, su corazón se muere un poco cada vez que él le dice “si de verdad me quisieras, te esforzarías más” o “si te importara nuestra relación, no hubieras hecho eso”. Incluso “¿cómo podemos tener una buena relación si eres distante y no quieres esforzarte?”. Al final, lo único que la víctima puede hacer para calmar el dolor emocional es desentenderse de los efectos de las palabras de su pareja.
Una vez que llega esta fase de desapego, la víctima suele caer en un estado depresivo en el que se siente impotente y desamparada. En ese punto suele tener muy poco control sobre sus propias acciones y reacciones dentro del matrimonio. Su vida es dominada por el dolor, la culpa, la desesperación y, muchas veces, la ira. No es raro que la víctima se comporte de manera autodestructiva e incluso intente quitarse la vida.
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